La pena no es que se haya perdido solamente el carro de María del Roxo (lo siento por tí María). Lo malo es que ya están perdidos casi todos los carros del país, que durante muchos años alegraban la vista debajo de los horreos y paneras de cualquier pueblo de nuestra comarca y constituían por si solos un museo etnográfico.
Pues María, ahí tienes el carro desmontado, cual mueble de Ikea. Y seguramente, sin instrucciones de montaje. Si cuando termines de ensamblarlo, te sobran piezas, yo que tú no salía cuesta abajo con él.
¿Ánde estaba mi carro? Toa la vía buscándolo y mirá tú...
ResponderEliminarLa pena no es que se haya perdido solamente el carro de María del Roxo (lo siento por tí María). Lo malo es que ya están perdidos casi todos los carros del país, que durante muchos años alegraban la vista debajo de los horreos y paneras de cualquier pueblo de nuestra comarca y constituían por si solos un museo etnográfico.
ResponderEliminarPues María, ahí tienes el carro desmontado, cual mueble de Ikea. Y seguramente, sin instrucciones de montaje. Si cuando termines de ensamblarlo, te sobran piezas, yo que tú no salía cuesta abajo con él.
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